martes, 10 de abril de 2012

lunes, 6 de junio de 2011

El Coaching: Perfume de seducción

Más allá de una herramienta de impacto a corto plazo, el coaching se ha desvelado como el detonante de un proceso que continúa cuando el coach ya se ha ido. Es como la suave fragancia que deja un buen perfume mucho tiempo después del evento para el que se utilizó.

En la película “El Perfume: Historia de un asesino” dirigida por Tom Tykwer e interpretada por Ben Whishaw, Dustin Hoffman, Alan Rickman y Rachel Hurd-Wood; Hoffman interpreta un extraordinario papel secundario como perfumista, venido a menos, en la Francia del siglo XVIII.

En la película el guionista nos cuenta algo que ya había leído hace tiempo, y es que un perfume está concebido como una estructura en forma de pirámide olfativa y, como toda buena obra de teatro que se precie, consta de tres partes: las notas altas (las que se perciben desde la vaporización, frescas y volátiles), las notas medias o corazón del perfume (más voluptuosas, aparecen al cabo de 10 minutos aproximadamente) y las notas bajas (pesadas y tenaces, son las que fijan el perfume). Estas últimas son las que perduran incluso a veces después de haber tomado una ducha y habernos cambiado de ropa. Conocemos el verdadero olor de un perfume una hora después de aplicarlo, cuando todas las notas ya han salido a la luz.

Podemos trasladar el efecto de un buen perfume al que produce un proceso de Coaching exitoso.

La fragancia de impacto, es decir, la nota alta del perfume, es la primera que se huele y debe resultar agradable y atractiva para despertar interés. En coaching, esta fragancia es la generación de contexto.

En esta primera parte el coach utiliza su habilidad de generar rapport, de demostrar su presencia y su entrega generosa a la persona que acompaña. Sin pretender brillar. Dejando todo el protagonismo al coachee y a las inquietudes que comparte con su coach.

Nuestra empatía garantiza el impacto. No hablo de empatía solo al nivel de “ponerme en los zapatos del otro”, más aún, hablo de sentir su dolor o su felicidad, su excitación o su miedo, su amor, su rabia. Empatizar desde el sentido más profundo, de escuchar a alguien sin juzgarlo, sin hacernos cargo de él y sin pretender cambiarlo.

Cuantas veces mi racionalidad me ha jugado una mala pasada y erróneamente he interpretado que algún amigo me está contando algo a la espera de que yo le de una solución, y cuando pregunto ¿cómo quieres que te ayude?, la respuesta es “no quiero que me digas lo que tú harías, sólo quiero que me escuches”

Honestamente reconozco que dentro de mis objetivos al generar contexto durante una primera sesión de coaching, está el de impactar en mi coachee. Esto garantizará la continuidad del proceso, para beneficio de quien acompaño en este proceso de crecimiento personal y profesional, y para beneficio propio como medio de vida.

Una buena empatía, algún reencuadre y alguna distinción lingüística son suficientes para que el Coachee adivine que hay un mundo más allá del que él ve.

La fragancia corazón es la nota media del perfume. Proporciona la originalidad del perfume y contienen sustancias florales, especiadas y amaderadas que en un programa de coaching se convierten en el núcleo del proceso.

Ese lenguajear y emocionar, del que habla Humberto Maturana cuando define la conversación, es a veces, más allá de un medio para conseguir un objetivo determinado, un fin en sí mismo.

Es frecuente cuando iniciamos una conversación con un propósito determinado con alguien, que cuando existe una conexión emocional, el objetivo inicial de la conversación pierde importancia. Ya solo importa seguir hablando y seguir compartiendo espacios.

¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿Por qué estás aquí? ¿A dónde vas?, son reflexiones generadoras de emociones poco frecuentes y que nos trasladan a otros mundos, a otras realidades. Que intensa sensación, cuanto miedo, cuanta excitación, cuanta incertidumbre, cuanto entusiasmo.

¿Qué quiero?, en el campo de las infinitas posibilidades.

Como Coaches acompañamos a las personas para “terminar yéndonos”, “para no quedarnos”. Este es el fin de nuestra labor profesional. Pero, ¿qué queda cuándo nos vamos?

La fragancia de fondo, o nota baja, es la que da el carácter y la personalidad definitiva al perfume. Permanece en la piel y queda incluso días después de que se ha utilizado.

Así como las sesiones de coaching se desarrollan en el salón comedor, la verdadera transformación se cuece en la cocina. Las sesiones de coaching son sólo el remojo de lo que viene después. Es la transformación del coachee en un observador diferente del mundo

que le rodea. Es la mariposa que se ha metamorfoseado y emerge de su crisálida. Es una aproximación a la vida de manera diferente, con la sensación de control sobre los eventos por acontecer.

Nace un diseñador de futuro.

He disfrutado como participante y organizador hace unos días en un taller de “El Líder como Coach” facilitado por Leonardo Wolk, el autor de “El arte de soplar brasas” con un nutrido grupo de directivos en el Hotel Westin Palace de Madrid. Algunos de estos directivos habían sido, o todavía lo eran, profesionales acompañados por mí en proceso de coaching.

El placer añadido al evento en sí, era para mí reencontrarme con alguno de ellos que no había visto desde hacia algún tiempo. La emoción me invadió cuando alguno de ellos, en reflexiones compartidas con el resto de asistentes, reconocía haber dado un giro a su vida durante, y después, del proceso de Coaching. Esto no es un mérito mío, es un mérito de la herramienta, del proceso. Proceso que continúa cuando el programa ya ha acabado.

El Coaching no es un agua de colonia de intensa y fresca fragancia que desaparece unos minutos después de haberse bañado en ella. El Coaching es un perfume intenso y exótico que guarda aromas y esconde sensaciones que se desvelan con el paso de las horas y de los días.

El Coaching es un perfume de seducción

Jorge Salinas

Coach y Fundador de Atesora y Lider-Haz-Go¡

martes, 24 de mayo de 2011

La formación en coaching, un reto para las escuelas

El desconocimiento por parte de muchas personas y organizaciones de la actividad del coaching ha generado un fenómeno de intrusismo que deforma la imagen de la actividad que desarrollan estos profesionales.

El coaching es una profesión nueva y, como suele suceder en estos casos, está en proceso de definición. Por ello, nos encontramos con actividades bien distintas que se denominan a sí mismas bajo este término. En muchas ocasiones, la palabra coaching se utiliza inadecuadamente con intenciones de posicionar, en términos de márketing, ofertas que nada tienen que ver con lo que realmente son.

Personas que antes se llamaban consultores, incluyendo directivos que acaban de dejar sus puestos por distintas razones, se presentan en el mercado como coaches, aunque de hecho continúan ejerciendo como asesores, diciendo a las organizaciones o a las personas lo que tienen que hacer. Muchas empresas tienen programas internos que denominan coaching pero que, en realidad, son mentoring (acompañamiento en un proceso de aprendizaje transmitiendo los conocimientos profesionales que se poseen).

El coach no transmite su forma de ver las cosas, sino que acompaña a su cliente en un proceso de cambio, enciende la luz y señala distintas perspectivas para que vea y elija la suya. Le brinda la posibilidad de observar la realidad desde diferentes puntos de vista, potenciando así su libertad y responsabilidad.

Intrusismo

Varias "instituciones" ofrecen programas de formación que aseguran poder certificar como coaches a los participantes tras unos cursos cortos, a veces de un solo fin de semana, que no permiten de ninguna manera el desarrollo de las competencias necesarias para un ejercicio profesional adecuado.

Basta con utilizar los buscadores de Internet para encontrar ofertas insólitas. Esta intención de capitalizar una expresión que "suena bien" o está de moda, unida al desconocimiento por parte de muchas personas y organizaciones, ha dado origen a un fenómeno de intrusismo que sólo puede acarrear una imagen deformada de lo que realmente hacemos los profesionales del coaching; lo que implica un problema ético, al tiempo que genera peligro y confusión entre los clientes.

Coaching en la empresa

¿Y qué aporta el coaching a la empresa? Ésta, además de nacer para generar beneficio, es la organización social donde pasamos la mayor cantidad de tiempo. Diferentes investigaciones muestran que una gran mayoría de personas no está satisfecha con su trabajo, que siente que su organización no es el ámbito para desarrollarse personal y profesionalmente.

Todavía hay muchos directivos que son jefes pero no líderes y que funcionan con el "ordeno y mando". Este "clima" perjudica a la productividad. Pero también hay comapñías que entienden que el crecimiento de sus colaboradores repercute no sólo en la mejora del ambiente laboral, sino también, y como consecuencia, en la obtención de mejores resultados.

Estas son las empresas que buscan coaches, porque quieren que sus profesionales aprendan a ver de un modo diferente, para innovar y así obtener pingues beneficios. El coaching es la herramienta idónea para trabajar sobre estas situaciones, ya que permite adoptar un grado de reflexión y una toma de decisiones difíciles de alcanzar por otros caminos.

En los procesos formativos en coaching hay instituciones que se centran en los aspectos instrumentales, dejando de lado el trabajo sobre "la persona" que será coach en el futuro. Para elegir adecuadamente un centro de formación es importante conocer los contenidos del programa, su duración, la experiencia de los formadores como coaches y la metodología utilizada.

Fernando Fernández Carmena

Director General de IEDE

lunes, 9 de mayo de 2011

Bailecoaching

Desnudo, desnudo por fuera como vine y como me iré,

para que mis ropajes y oropeles no te distraigan.

Desnudo, desnudo por dentro con esa dulce amnesia

que me permite presentarme sin creencias, sin juicios,

sin prisas, sin expectativas, sin conocimientos.

Los oídos limpios sin barreras ni impedimentos.

No hay dolores ni tensiones, solo los brazos abiertos.

Los ojos que miran lo amplio y lo escueto sin omitir detalle.

Seré para ti como un gran espejo.

Y así acudo a tu encuentro.

Bailemos la danza, estamos de acuerdo.

Aprendemos juntos, nos enriquecemos.

Y cuando termina este ritmo lento,

con nuestras certezas volvemos a lo nuestro,

pensando que hicimos un coaching perfecto.

Enrique Mira

08/04/2011