martes, 24 de mayo de 2011

La formación en coaching, un reto para las escuelas

El desconocimiento por parte de muchas personas y organizaciones de la actividad del coaching ha generado un fenómeno de intrusismo que deforma la imagen de la actividad que desarrollan estos profesionales.

El coaching es una profesión nueva y, como suele suceder en estos casos, está en proceso de definición. Por ello, nos encontramos con actividades bien distintas que se denominan a sí mismas bajo este término. En muchas ocasiones, la palabra coaching se utiliza inadecuadamente con intenciones de posicionar, en términos de márketing, ofertas que nada tienen que ver con lo que realmente son.

Personas que antes se llamaban consultores, incluyendo directivos que acaban de dejar sus puestos por distintas razones, se presentan en el mercado como coaches, aunque de hecho continúan ejerciendo como asesores, diciendo a las organizaciones o a las personas lo que tienen que hacer. Muchas empresas tienen programas internos que denominan coaching pero que, en realidad, son mentoring (acompañamiento en un proceso de aprendizaje transmitiendo los conocimientos profesionales que se poseen).

El coach no transmite su forma de ver las cosas, sino que acompaña a su cliente en un proceso de cambio, enciende la luz y señala distintas perspectivas para que vea y elija la suya. Le brinda la posibilidad de observar la realidad desde diferentes puntos de vista, potenciando así su libertad y responsabilidad.

Intrusismo

Varias "instituciones" ofrecen programas de formación que aseguran poder certificar como coaches a los participantes tras unos cursos cortos, a veces de un solo fin de semana, que no permiten de ninguna manera el desarrollo de las competencias necesarias para un ejercicio profesional adecuado.

Basta con utilizar los buscadores de Internet para encontrar ofertas insólitas. Esta intención de capitalizar una expresión que "suena bien" o está de moda, unida al desconocimiento por parte de muchas personas y organizaciones, ha dado origen a un fenómeno de intrusismo que sólo puede acarrear una imagen deformada de lo que realmente hacemos los profesionales del coaching; lo que implica un problema ético, al tiempo que genera peligro y confusión entre los clientes.

Coaching en la empresa

¿Y qué aporta el coaching a la empresa? Ésta, además de nacer para generar beneficio, es la organización social donde pasamos la mayor cantidad de tiempo. Diferentes investigaciones muestran que una gran mayoría de personas no está satisfecha con su trabajo, que siente que su organización no es el ámbito para desarrollarse personal y profesionalmente.

Todavía hay muchos directivos que son jefes pero no líderes y que funcionan con el "ordeno y mando". Este "clima" perjudica a la productividad. Pero también hay comapñías que entienden que el crecimiento de sus colaboradores repercute no sólo en la mejora del ambiente laboral, sino también, y como consecuencia, en la obtención de mejores resultados.

Estas son las empresas que buscan coaches, porque quieren que sus profesionales aprendan a ver de un modo diferente, para innovar y así obtener pingues beneficios. El coaching es la herramienta idónea para trabajar sobre estas situaciones, ya que permite adoptar un grado de reflexión y una toma de decisiones difíciles de alcanzar por otros caminos.

En los procesos formativos en coaching hay instituciones que se centran en los aspectos instrumentales, dejando de lado el trabajo sobre "la persona" que será coach en el futuro. Para elegir adecuadamente un centro de formación es importante conocer los contenidos del programa, su duración, la experiencia de los formadores como coaches y la metodología utilizada.

Fernando Fernández Carmena

Director General de IEDE

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